jueves, febrero 08, 2018

Sobre la cibercondría, la lechona y la mafia

Clase del 2 y 7 de febrero de 2018

En la clase del viernes, leímos los blogs de Laura Viviana y Martina a través de las publicaciones que hizo el profesor en Twitter. En su escrito, Martina nos contó el desastre que había vivido momentos antes de la clase: un carro se había varado en la entrada del parqueadero de la universidad y eso había hecho que ella se demorara. Lo que ella no recordaba era que ese día la clase empezaba a las 11:30 por decisión de todos. Fue por esta anécdota que comenzamos a hablar de la mala suerte y el profesor recordó la entrada de un blog de una estudiante llamada Linda, que definitivamente tenía una historia peor.

Linda escribió su historia de una manera muy divertida, publicó fotos que nos facilitaban entender todo lo que vivió cuando tuvo que sacar su carro de los patios. Querida Linda, ¡te compadezco! Entre todos nos reímos un rato y luego procedimos a hablar del Taller 1 que está publicado en la página de la clase.

Cobos aclaró el término de posverdad, que es un fenómeno que se da cuando las opiniones de un hecho importan más que el hecho en sí, y se vuelven "la verdad” de todo. Ante esto, una compañera quiso compartir en dónde ella evidenciaba la posverdad: el Brexit. Según una amiga suya que vive en Inglaterra, la mayor parte de la población de es adulta, por lo que no suelen estar tan informados como los jóvenes (que sí se la pasan en las redes sociales y saben de actualidad). Esto hace que los adultos sean más propensos a tergiversar los hechos y no informarse de la manera adecuada.

Gracias al taller y la discusión, concluimos que debemos ser críticos con la información que recibimos. Esto implica desarrollar la habilidad necesaria para saber cuándo una información es falsa. Según Cobos, nosotros podremos distinguir esto a lo largo de la clase al examinar blogs o sitios web que venden la información como verdadera y comparándolos entre sí. Precisamente, esta habilidad se expresa en el contraste de fuentes.

En la discusión, hablamos de las personas que aun creen que la tierra es plana y de Trump, el presidente de los Estados Unidos que insiste en que el calentamiento global no existe. También salió a flote el término “cibercondría”, la preocupación excesiva por la salud,  porque es una condición que lleva a las personas a buscar en internet indicaciones para automedicarse o simplemente informarse sobre lo que les está pasando. Esta es una situación que nos exige ser críticos y nos invita a no confiar en todo lo que encontramos en Wikipedia.

Posteriormente, Cobos nos preguntó: ¿qué hace que una página web salga de primera opción en Google? Entre todos aportamos a la respuesta: el número de visitas, el nivel de coincidencia con palabras claves, las veces que ha sido compartida, la cantidad de dinero invertido (publicidad) y la cercanía geográfica con el sujeto que investiga. El profesor nos explicó que el resultado en Google es un algoritmo, una fórmula matemática que solo Google conoce y que el factor más común es la publicidad, y esto significa que muchas veces la información está sesgada. 

Vimos un ejemplo sobre la publicidad en un video de youtube: los dueños del negocio de lechona “Donde Jimmy” pudieron explotar su negocio cuando se publicitaron a través de Google AdWords. La conclusión a la que llegamos en la clase fue que puede que esta no sea la mejor lechona, pero como es la primera opción, la gente entiende, sin pensar, que sí lo es y compra más. Las personas no llegan más a fondo y se quedan con lo primero que encuentran.




También hablamos de cómo en general la red utiliza nuestros datos para ofrecernos todo lo que alguna vez nos interesó o lo que alguna vez llamó nuestra atención porque fuimos directo a preguntarle al buscador qué era o dónde lo conseguíamos. Así llegamos al término de “big data”, que hace referencia a la información personal que se recopila  por cada tecla que espichamos en el teclado y aparece en internet. 

A nuestra clase del miércoles 7 de febrero, ¡logré llegar temprano! Bueno, antes de que el profesor hubiera empezado la clase. Salí 2 minutos antes de las 4 de mi clase de Conductismos y Skinner, y al parecer eso hizo la diferencia. Ahí vamos mejorando. En esta ocasión no leímos ningún texto sino que hablamos de los rankings de las universidades y las repercusiones que estos tienen en la educación. Y no, en realidad no es una consecuencia positiva. Aprendimos que la razón que tiene más peso al ubicar una universidad por encima de otra es el número de publicaciones que ha generado, es decir, la cantidad de conocimiento que ha producido la universidad para la comunidad académica. Esto nos hace ver cuán importante es que una institución académica como la nuestra no solo enseñe a la gente cosas que ya existen sino que produzca nuevo material e investigue.

Para evaluar nuestra posición frente a las demás universidades, sufrimos una gran decepción. Comparándonos con universidades como la Nacional o la de Los Andes, la Javeriana tiene menos publicaciones, ¡y ni qué decir de las universidades extranjeras! Esto nos da un índice de cómo es la educación en Colombia, dijo el profesor Cobos.

Un aspecto que hay que tener en cuenta en las publicaciones es el índice H de un autor, que es el número de veces en que ha sido citado. Esto es importante porque un profesional puede publicar mucho pero su texto puede no ser de tanta utilidad, y eso refleja la relevancia de su trabajo para la comunidad académica, para otros profesionales, para los descubrimientos nuevos y, en general, para la situación actual del mundo. Con esta idea en mente, pasamos a leer un artículo muy interesante titulado: “La tiranía de las publicaciones académicas”.

Este escrito habla sobre cómo los profesores de universidad se sienten presionados a publicar y dar resultados con el fin de mantener su prestigio y su posición en la universidad.  "Publicas o desapareces", cita el artículo. Ya no importa lo que publicas sino dónde y cada cuanto, ahora a los investigadores se les mide por eso. Encontramos un conflicto en esto porque un profesor podría descuidar su labor principal, que es enseñar, por publicar miles de documentos en las bases de datos. Lo peor de todo es que muchas veces se ve obligado a hacerlo, en vista de que la universidad lo pone como condición al firmar el contrato: al menos tiene que publicar 2 investigaciones por año.

En el texto, Flavio Salazar dice que, para un científico, la única manera de cambiar el mundo es difundiendo su trabajo, no tanto el descubrir cosas nuevas. Y allí es cuando yo me impresioné porque me dí cuenta de lo tergiversada que está la profesión investigativa.

Tania Opazo, autora del texto, también resalta que ahora los profesores dependen de lo que las famosas revistas por áreas publican porque ellas deciden qué publicar y qué no, quién es valioso y quién no. Según Cobos esta es la mafia detrás de las publicaciones académicas, llegamos a decir que hay una constante “isificación” del conocimiento, toda una industria en torno al conocimiento. Cuando hablamos de “isificación” nos referimos al Instituto para la Información Científica (ISI), que fue creado para organizar las publicaciones en torno a las más rigurosas.

Esta mafia también aparece cuando alguien pone como coautor de un paper a un amigo para que luego él haga lo mismo con otra publicación; o cuando se publica la misma investigación con pocas diferencias en distintos idiomas, etc. También es cierto que el afán por el triunfo y reconocimiento o por quedarse con el trabajo lleva a las personas a publicar datos manipulados. 

Con el artículo volvimos al término del índice H, allí Opazo concluía que no es únicamente un asunto de vanidad, sino que también determina la posibilidad que tiene un profesor de conseguir financiamientos, becas y ascensos. Antes el profesional era contratado de acuerdo al lugar en donde había hecho sus estudios o en qué actividades académicas (debates, conferencias, congresos, etc.) había participado. Algunos tienen currículum excelentes y no los contratan sólo porque no tienen ISI. Ahora la investigación ha tomado relevancia, hoy publicar lo más que se pueda es una prioridad, indica el texto.

El mal no solo le cae a los docentes sino también a la ciencia en sí, porque el tiempo de revisión en una revista cotizada tiende a ser muy largo, según el artículo puede durar hasta cuatro años y alrededor del tres por ciento de los escritos se reciben. Es un mal a la ciencia porque, al fin y al cabo, las personas no llegan a conocer tal investigación y la información no se actualiza. Muchas cosas pueden pasar en cuatro años, sobre todo se puede ver perjudicada la vida humana si se trata de un texto médico.

También hablamos de las complicaciones que surgen para publicar desde una rama como la comunicación social. Según lo que leímos, es más difícil porque hay menos revistas en el área y porque es una rama que no tiende a presentar resultados exactos. Hoy la comunicación, al igual que las otras ciencias sociales, pelea por tener las mismas puntuaciones que las investigaciones científicas.

Entre otras limitaciones es que muchas publicaciones están en español y que hay falta de recursos. Muchas de las publicaciones no son abiertas sino que se tiene que pagar por ellas y esto hace que las personas se vean limitadas a la hora de investigar e informarse para situaciones hasta de vida o muerte. 

Luego de hablar de esto, el profesor Cobos explicó el contenido del primer manual de normas APA sobre los tipos de publicaciones. Allí se aclara qué tipo de publicaciones existen y qué características las componen. Al final hizo un pequeño reto en el que le preguntó a los estudiantes sobre el tema expuesto. Le dio dos chocolates a las dos personas que contestaran correctamente. Y así fue la primera vez que Cobos compró de mis chocolates con el fin de promover un ambiente de competencia sana. ¡Gracias profesor!