Hoy quiero escribir sobre algo que ocurrió en la clase del viernes antes de Semana Santa y no es algo como lo que suelo escribir. El profesor Cobos siempre nos ha invitado a escribir libremente, a dar nuestra opinión y a no quedarnos con lo que los demás nos dicen. Bueno, hoy quiero expresar mi inconformidad frente a algo que pasó en esa clase.
Para empezar, siento que es necesario repasar punto por punto lo que se necesita para ser un buen comunicador:
- Un comunicador debe querer servir a la sociedad. Sí, pienso que detrás de toda profesión debe haber una pasión. Ser comunicador de por sí ya implica prestar un servicio a los demás como intermediario. Tu interés es hacer que las personas reciban información y logren establecer relaciones, cambiar su vida, generar una opinión, llenarse de emociones, actualizarse, divertirse, pensar, actuar, denunciar, etcétera. El trabajo del comunicador es construir el puente entre la información y las personas para que ellas puedan vivir mejor.
- Debe tener una visión humana. Un comunicador tiene que ser consciente de que su trabajo gira en torno a la humanidad, y, más específicamente, al ser humano individual con sus necesidades biológicas y psicológicas. Es un error hablar de otros sin considerar su valor humano, no son meros datos u objetos de morbo. No debe aprovecharse de los demás ni pasar por encima de otros para conseguir lo que quiere. Un buen comunicador debe saber retratar esa realidad humana desde lo más sincero y respetuoso de su corazón.
- Debe gustarle estar entre las personas, hablar con ellas e involucrarse. Para saber cómo retratar la realidad humana debe estar inmerso en la sociedad, ser uno de ellos. Vivir, alegrarse y sufrir como aquel que retrata. De nada sirve trabajar desde un escritorio si no sabe de lo que está escribiendo. No debe haber una mayor satisfacción para él/ella que estar en contacto con los demás y empaparse de ellos.
- Debe tener la habilidad de ser objetivo. Un comunicador debe procurar mantener sus ideas de lado a la hora de trabajar. De nada sirve un periodista o un comunicador organizacional que expone su punto de vista como única verdad y absolutamente todo lo que hace con el fin de conseguir lo que quiere o persuadir a los demás.
- Debe saber explotar su subjetividad. Aunque debe intentar ser objetivo, existen momentos en los que es importante que él tenga su posición clara pues podría llegar a ser muy útil. Siendo el comunicador el que tiene el poder de la información, muchas veces será necesario que hable de su conocimiento de forma subjetiva para iluminar las ideas de otros, para denunciar, para esclarecer la verdad, para fomentar la creatividad e imaginar nuevas maneras de hacer las cosas. Un publicista, un comunicador organizacional, un periodista, un locutor y un director de cine necesitan esto.
Hay muchas más características importantes que un comunicador debe tener, pero hoy quiero enfocarme en una sexta que es en la que reside mi inconformidad:
6. Debe saber expresarse. Es evidente y es realmente crucial porque o si no, su trabajo podría caer en la malinterpretación o simplemente no podrá entenderse.
¿Por qué entro en conflicto con esto? Creo que hay muchos tipos de comunicadores y que cada quien encuentra la mejor manera para transmitir lo que quiere. Unos lo hacen por medio de la voz, como un locutor; otros a través de un escrito, como un periodista; unos por medio del trato de persona a persona, como un comunicador organizacional; otros a través del cine, como los que trabajan en audiovisual; unos por medio de la corrección de texto, como los editores y finalmente están los que lo hacen por medio de imágenes e ideas, que son los publicistas. Confío firmemente en que una persona no puede tener a la vez las facultades de todos estos diferentes comunicadores, por algo nos especializamos en una o dos áreas máximo. Además tenemos personalidades distintas que nos permiten desenvolvernos mejor en otros ámbitos.
Muchas veces una persona que no logra mantener la calma en una discusión puede que no sea la mejor como locutor, así como hay muchos tímidos que se ponen nerviosos cuando son reporteros en la televisión en vivo. Cada quien tiene sus debilidades, uno no puede ser bueno para todo y aceptarlo es parte del proceso para generar una buena salud mental. Muchas veces queremos controlarlo todo y en este mundo que corre a mil no podemos vislumbrar una vida en la que no tengamos másters, especializaciones y tres títulos que afirmen que podemos hacer 5 cosas al mismo tiempo. Vivimos en un afán por probarle a los demás que somos valiosos, cuando en realidad solo basta con que solo nosotros lo sepamos. Ser consciente de una dificultad para hacer algo nos hace más fuertes, no más débiles. Partiendo de este auto-conocimiento es que cumplimos la característica #6.
Empezamos a escoger en qué área nos queremos especializar una vez sabemos para qué somos buenos, cómo logramos expresarnos mejor. Así, te enfrentas a que si eres publicista, tienes que ser capaz de plasmar tu idea, usar un computador o dibujar; si eres periodista, tienes que ser capaz de plasmar las ideas de otros, hacer análisis críticos y escribir bien; si eres editor, tienes que ser capaz de discriminar un buen libro de otro, corregir sin cambiar la naturaleza del texto, tener buena redacción y querer leer mucho, etc. Nosotros sabemos a lo que nos estamos metiendo y yo sé que hay muchas cosas que nos pondrán a hacer que nos costarán y no habrá de otra, pero solo porque algo nos cueste no implica que debemos renunciar a nuestra profesión.
¿A qué voy con todo esto?
Sé, profesor Cobos, que como docente es su deber prepararnos para la vida laboral (que nos exige demasiado y definitivamente asusta), pero definitivamente creo que la dificultad para hacer una pequeña tarea como leer en voz alta no determina si eres un buen comunicador o no. Claro que es importante, pero no lo es todo. Cuando nos dijo que si no lográbamos hacer esto no tenía sentido ser un comunicador y que debíamos reevaluar nuestra carrera, creo que fue un poco extremo. Me parece más importante tener pasión por la comunicación, tener las ganas de encontrarse con la gente, de transmitir ideas, de cambiar el mundo, ver y siempre luchar por hacer ver lo humano. Es importante que un comunicador tenga un sexto sentido que le ayude a ver lo que otros no ven y que sepa pedir disculpas cuando se equivoca y que acepte cuando se ha pasado de la raya o se ha hecho malinterpretar. Sobre todo, que acepte sus debilidades y aproveche sus virtudes. Es importante que tenga una moral impecable (como hablamos en la clase de plagio), que vele por el bien de los demás antes que el suyo. ¡Hay tantas cosas que me parecen más importantes!
Las consecuencias de no considerar estas cosas más valiosas lo vemos todos los días: profesionales a los que les falta pasión y formación ética: periodistas que se dejan chantajear, publicistas cegados por el consumo y su propio bienestar, hay de todo. Sobre todo en este país es crucial rechazar ese tipo de comportamientos, los que verdaderamente tienen un efecto contundente en la sociedad, los que no solo implican un despido y ya sino los que perjudican a las minorías, a las personas de bien, su salud física y mental. Considero que eso sí es mucho más grave, por eso si uno no está dispuesto a mantenerse firme en esas 5 características del comunicador, ahí sí que toca revaluar la carrera.
Quise escribir esto porque lo que sentí en la clase del viernes fue un castigo innecesario hacia algo mínimo. Sí es importante resaltar los errores pero pueden reparase de otra manera. Si algo he aprendido en mis clases de conductismo es que para erradicar una conducta siempre es mejor un refuerzo que un castigo. Reacciones fuertes pueden hacernos cuestionar todo y afectar nuestro bienestar, hacernos dudar de nosotros mismos, volvernos más introvertidos, hacernos sentir vergüenza y humillación frente a nuestros compañeros; algo que definitivamente no había pasado nunca en esta clase. Creo que usted como profesor hasta ahora lo había hecho muy bien. Siempre lo he admirado por eso.
Las personas pueden cambiar su conducta si se les ofrece ayuda y se sienten apoyadas, si se les dice que pueden hacerlo y que si trabajan duro, lo lograrán. Es importante considerar las veces en las que nos falla la voz, nos ponemos nerviosos, nos asustamos o simplemente hemos tenido un mal día. Somos seres humanos y, de nuevo, tenemos debilidades. Como usted dice, en la universidad estamos para aprender y creo que en esta clase lo habíamos llevado bastante bien porque había sido un ambiente de corrección muy sano. Lo importante es que de esta manera el aprendizaje empiece a aparecer y la educación dé frutos, no de forma aburrida y forzada, sino de forma natural y divertida.