Clases del 13 y 18 de abril de 2018
Nunca pensé que la manera en la que nos expresamos coloquialmente tuviera una clasificación y una ‘reglamentación’ seria. Palabras como compa, hombe y ñero son reconocidas por representar a una persona o región. Esto es muy común en nuestro país, es normal andar por la calle y escuchar que la gente acorta las palabras o no termina de decirlas. Gracias a la clase de Ortipografía del miércoles pasado, descubrí que oficialmente estas expresiones que consideramos cotidianas en Colombia se agrupan en apócopes, síncopas y aféresis.
Una apócope es una palabra a la que se le suprime uno o más sonidos al final. Esto es común en los apodos. Cuando estaba en el colegio (o cole, si se quiere decir en forma de apócope), era muy común encontrarle un apodo a todas las personas que te rodeaban, desde la señora que nos ayudaba en servicios generales hasta a la rectora. Algo muy curioso que ocurría era que muchas de mis compañeras tenían nombres iguales entonces para distinguirlas acortábamos su apellido. Así, para cuando me gradué ya existían 5 Sofía’s diferenciadas:
1. Sofi Ló (pez)
2. Sofi Le (guizamón)
3. Sofi Or (tiz)
4. Sofi Pé (rez)
5. Sophie Al (varez)
Luego sirvió para las María José: Majo Ji (ménez), Majo Pé (rez) y Majo Fern (ández). Para las Camila: Cami Cay (cedo), Cami Gó (mez). Y con el tiempo para todas, solo porque se volvió costumbre: Andre Li (évano), Male Mo (reno), etc.
A las señoras que nos servían el almuerzo les decían Seño –que siempre me pareció un poco despectivo- y a los profesores nunca les dijimos mister o miss, nosotras optábamos por Javi (er), Dani (el), Yadi (ra), Espe (ranza) –aunque con Espe llegaron al extremo de llamarla Hope, que es esperanza en inglés-. Mis papás siempre se burlaban de mí porque eso implicaba que a los profesores les teníamos demasiada confianza. En parte los apodos nos permitieron molestar con más facilidad. Otro extremo fue cuando a un profesor que se llamaba Jesús le empezaron a decir Chucho y de Chucho pasaron a Chuchanga y luego le cantaban la canción de iglesia que decía Jesús está pasando por aquí cada vez que se lo encontraban. Los profesores nos tenían que aguantar y en parte disfrutaban la molestadera con nosotras. Jamás se me va a olvidar el profesor que nos dejó sin poder ponerle apodo porque su apellido ya era como un apodo. Nos quedamos atónitas y no sabíamos qué hacer. Se llamaba Camilo y su apellido era Alejo. En ese momento ya no había mucho que hacer. Todo el tiempo le dijimos Camilo Alejo.
Creciendo en este colegio, todavía para mí es muy difícil no poder ponerle un apodo a una persona. Eso implica que hay confianza y buena energía en la relación. Por eso odio a la gente que les pone nombres a sus hijos que no se pueden apodar tan fácilmente. ¡No hagan eso!
Luego sirvió para las María José: Majo Ji (ménez), Majo Pé (rez) y Majo Fern (ández). Para las Camila: Cami Cay (cedo), Cami Gó (mez). Y con el tiempo para todas, solo porque se volvió costumbre: Andre Li (évano), Male Mo (reno), etc.
A las señoras que nos servían el almuerzo les decían Seño –que siempre me pareció un poco despectivo- y a los profesores nunca les dijimos mister o miss, nosotras optábamos por Javi (er), Dani (el), Yadi (ra), Espe (ranza) –aunque con Espe llegaron al extremo de llamarla Hope, que es esperanza en inglés-. Mis papás siempre se burlaban de mí porque eso implicaba que a los profesores les teníamos demasiada confianza. En parte los apodos nos permitieron molestar con más facilidad. Otro extremo fue cuando a un profesor que se llamaba Jesús le empezaron a decir Chucho y de Chucho pasaron a Chuchanga y luego le cantaban la canción de iglesia que decía Jesús está pasando por aquí cada vez que se lo encontraban. Los profesores nos tenían que aguantar y en parte disfrutaban la molestadera con nosotras. Jamás se me va a olvidar el profesor que nos dejó sin poder ponerle apodo porque su apellido ya era como un apodo. Nos quedamos atónitas y no sabíamos qué hacer. Se llamaba Camilo y su apellido era Alejo. En ese momento ya no había mucho que hacer. Todo el tiempo le dijimos Camilo Alejo.
Creciendo en este colegio, todavía para mí es muy difícil no poder ponerle un apodo a una persona. Eso implica que hay confianza y buena energía en la relación. Por eso odio a la gente que les pone nombres a sus hijos que no se pueden apodar tan fácilmente. ¡No hagan eso!
Por otro lado, una síncopa es la supresión de uno o más sonidos intermedios de una palabra. A penas escuché este término me sonó a síncope, la condición médica que tenían algunas de mis amigas del colegio y que nunca olvidaré cómo funcionaba. Me acuerdo que alguna vez una de ellas iba corriendo por el salón cuando, de repente, se golpeó en el estómago con la punta de un escritorio. No sé si fue por falta de aire o qué, pero cayó al piso y perdió la conciencia. Lo que uno debía saber es que ellas eran muy propensas a desmayarse y a debilitarse fácilmente. El caso, volviendo a la síncopa, un ejemplo sería el típico “hombe” que representa a la palabra “hombre” o “comprao” que hace referencia a “comprado”. Esto suena como al hablado costeño propio de Colombia. Si uno es cachaco es probable que cuando uno vaya a la costa le sea difícil entenderle a la gente de la zona, definitivamente tienes que haber vivido ahí muchos años de tu vida para que puedas entenderlo y hablarlo igual.
Yo nací en Cartagena pero a los 3 años me vine a vivir a Bogotá. Cuando volví hace unos años, por más de que nací en esa tierra, me fue imposible entender algunas palabras que utilizaban. Existen grabaciones de mi voz a esa corta edad hablando con acento costeño y es impresionante, poco a poco se disipó cuando llegué a la capital. Lástima. El acento costeño es tan característico de nuestro país que las canciones de vallenato están impregnadas de este tipo de síncopas, está la famosa canción de Jorge Celedón titulada Ay Hombe. Ya está arraigado en nuestra cultura, y no hay nada mejor que acompañar las síncopas con el sonido de un acordeón.
Finalmente, la aféresis. La aféresis implica eliminar uno o más sonidos al comienzo de una palabra. Como decir ora en vez de ahora; bus en lugar de autobús; ñero en vez de compañero; tonces en lugar de entonces, etc. Yo no sé por qué asocio más a la aféresis con el hablado cundiboyacense. Primero, no hay otro lugar en donde se use más el ñero que en Bogotá. Usted puede ir por el transmilenio y los vendedores se llaman entre sí ñeros. Es una expresión entre amigos que suple el parce o el pana. La verdad es que con el tiempo ñero ha empezado a significar una cosa similar a guiso y ahí es cuando pierde el hilo con la palabra compañero. Por eso es difícil entender que es una forma de decirle a alguien con cariño. Yo siempre había pensado que ñero se había originado solo, por azares de la vida, no que específicamente se derivaba de compañero.Tampoco sé si la sociedad captó esto y siempre decía ñero con la intención de hablar de un compañero, o si simplemente se referían a él como un guiso.
El punto es que tanto la síncopa como la aféresis son elementos de la gramática muy visibles en Colombia. Sería interesante ver si esto también ocurre en cada país, y si es así, investigar más a fondo cómo sucede. Algo que sí sé es que las tres formas expresivas llegan a mí de forma personal, todas me recuerdan a un aspecto de mi vida, con todas me he topado. Hace poco vi un test que hizo El Tiempo para medir si tu vocabulario es muy colombiano, y me dijo yo tenía un 100%. Ahí se los dejo por si quieren hacerlo.