Clase del 24 de enero de 2018
Llegué 12 minutos tarde a nuestra primera clase. Salí a las 4 en punto del edificio 51 en básicas y caminé a paso rápido hasta llegar al edificio 2, al otro lado de la universidad. Cuando llegué, todos estaban sentados y atentos al profesor Cobos. Hacía sol pero gracias a las cortinas el salón no acumuló calor humano ni se convirtió en un asadero. Era un día bonito y fresco, en mi opinión.
Cuando llegué y miré de reojo, no vi a nadie conocido y me sentí preocupada por eso. El profesor empezó a presentarse y les pidió a los alumnos que hicieran lo mismo. Cada uno dijo su nombre y habló de sus hobbies. Cobos expresó su intención de llamarnos por nuestros nombres, acción que me parece muy humana y cálida. También dijo cuán importante era para las personas, y sobre todo los comunicadores, tener contactos. Aseguró que en la vida profesional íbamos a reencontrarnos y colaborar con compañeros con los que alguna vez tuvimos clase; “Se los digo por experiencia”, afirmó.
Fue por esto mismo que el profesor se empeñó no solo en hacer comentarios sobre nuestros hobbies sino en establecer relaciones entre nosotros y sus estudiantes viejos o personas que él conocía en proyectos ajenos a la clase, que seguro podrían interesarnos o servirnos en el futuro. Nos contó que varias veces hizo que las personas se conocieran y terminaran trabajando o haciendo negocios juntas, e hizo un chiste sobre que nunca le habían pagado por eso. Por otro lado, cada vez que un estudiante hablaba, tenía que decir de qué creía que era clase, y en resumen podría decir que todos sabíamos que era sobre normas APA (luego el profesor dijo que no eran normas y eso era precisamente lo que íbamos a aprender), bases de datos y manejo de la información en nuestros proyectos, sobre todo en la tesis.
Luego, Cobos procedió a exponer el programa y las reglas de la clase. Le puso play a un video de youtube de un capítulo de Los Simpson muy popular para explicarnos cuándo “hay tabla”. Algo que fue importante para mí saber: hay tabla si vendo. El profesor explicó un poco más sus razones en cuanto vio mi caja de chocolates para vender. Conclusión: no evolucionar la venta hacia cosas que interrumpan la clase de manera extraordinaria. En otras palabras: no evolucionar a vender leggings. Pensé en lo terrible que eso es, evidentemente nunca dejaría que eso pasara, así que no tuve problema en aceptar las condiciones. Me parece que siempre es más importante la clase; la universidad es primero un centro de aprendizaje antes que una plaza de mercado para llenarme de dinero.
Posteriormente hizo énfasis en no escribir como escribíamos a los 12 años cuando teníamos Messenger Live. Al principio me pareció innecesaria esa intervención porque, por lo menos yo siempre supe diferenciar el carácter académico del de ocio a la hora de escribir. Aun así, cambié de opinión cuando el profesor nos mostró el trabajo de un muchacho de comunicación. Solo tuve que ver una palabra como “asombrava” o “acabava” para sentir un revuelto en el estómago y arrepentirme por mi primer pensamiento. Definitivamente era necesaria la aclaración. Puede que el muchacho no haya reemplazado el “porque” por un “xq”, pero su ortografía era terrible. Así, Cobos dijo que evidenciaba su poco compromiso con la asignatura pues no tuvo la mínima expresión de conciencia para echarle un ojo a su trabajo antes de entregarlo. El profesor nos aseguró que vamos a trabajar mucho en nuestra escritura y que bajaría puntos por faltas de ortografía.
Me parece genial que los profesores, sean de la materia que sean, sigan proponiéndose ayudarnos con nuestra escritura. Considero que es algo que toca reforzar siempre que se puede y de la mano de todos los diferentes expertos que tenemos cerca. Como dijo el profesor: “La escritura es como un músculo que de las vacaciones viene flácido y es necesario ejercitar.” Pues bien, ya tengo ganas de ver cómo involucraremos todo esto en la clase. La verdad es que al estar en doble programa con Psicología ya me hace falta sentir la comunicación y escribir, dejar de leer las ideas de otros y empezar a poner las mías en un papel.
Otra regla que me llamó la atención fue no quejarse. En realidad, di las gracias por esta norma. Pienso, con todo respeto, que hay personas muy quejonas y que pelean por todo. Siento que, si alguien no está de acuerdo con algo, está bien, pero el problema es cuando no está de acuerdo con todo y le hace saber a todo el mundo que no lo soporta, sobre todo al profesor. A veces siento que las personas se encaprichan demasiado y si no logran lo que quieren, hacen berrinche. Gracias profesor Cobos por esta regla.
Luego de explicar las normas, pudimos entender la visión del profesor sobre la educación y las teorías sobre retención de información. Pasamos de la pirámide del conocimiento de Edgar Dale a la taxonomía de Bloom. Básicamente, el punto al que Cobos quería llegar es que él busca tener una clase dinámica en donde pueda haber más sujetos activos que pasivos, pues es de esa manera que ellos retienen más información. Nos compartió una historia sobre una clase de química que tuvo en el colegio. Dijo que él no recuerda absolutamente nada más que un comentario divertido y cercano a la realidad que hizo su profesor alguna vez, era algo así como: “No mezclen el ron con la Coca-Cola porque tendrán más guayabo debido a sus componentes”. Esta afirmación logró captar su atención y quedarse en su mente hasta hoy en día. “¿Por qué creen que fue así?”, nos preguntó. Todos coincidimos en que simplemente fue algo tan interesante y sencillo de entender y que, al acercarse a la cotidianidad, sonó como un dato curioso y divertido, algo para tener en cuenta, un consejo de vida, y por eso nunca se le olvidó.
Esto es lo que el profesor quiere que ocurra en su clase. Quiere que podamos compartir e interactuar entre nosotros porque es involucrándonos que se nos quedarán las cosas por siempre. Afirmó, así mismo, que esta sería la única clase en la que él iba a hablar tanto tiempo y que esperaba mostrarnos videos a parte de sus explicaciones para que tuviéramos la oportunidad de recibir la información de distintas maneras y reforzarla. Para él la retención de información es vital y, evidentemente, es una de las razones por las que hacemos este registro sobre cada clase. Pensé en lo importante que es que un profesor se preocupe por la efectividad de su metodología y se esfuerce porque a sus estudiantes les guste su clase. Desde mi camino por la carrera de psicología, admiro y agradezco este tipo de intervenciones y consideraciones pues de nada sirve el esfuerzo del profesor si a los alumnos se les olvida todo cuando pase el tiempo.
Más tarde, el profesor Cobos nos mostró el blog que creó para la asignatura. Allí residen todas las lecturas y cuestionarios que debemos hacer a lo largo del semestre. Pronto, no tardó en ponernos la tarea de leer y responder un cuestionario para el miércoles. Con las últimas indicaciones la clase se terminó a las 5:30 aproximadamente.
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